Cómo hablar en público
Un orador perfecto no se hace de la noche a la mañana, pero si podemos brindarte las recomendaciones para que obtengas mejores resultados en tus exposiciones. Se necesita práctica y tener en cuenta estos tres pasos:
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¿Qué debo hacer antes de la exposición?
Empecemos por saber qué hacer antes de la exposición. Primero: Prepara el tema. Lo más importante es informarte bien sobre la temática que vas a exponer. Esto disminuirá los “¿y si me como algo importante?”, ”¿y si me preguntan y yo no sé algo?” ¡Entre más prepares el tema más confiado te sentirás! Segundo: Sintetiza. Tal vez por preparar nuestro tema nos llenamos de demasiada información, y eso es buenísimo para nosotros; pero no para la audiencia. Así que resume Identifica puntos centrales según las necesidades de tu público y el objetivo de la exposición.
Es importante que NO INTENTES MEMORIZAR TODO TAL CUAL LO REVISASTE, MEJOR CREA TU CONCEPTO SOBRE ESTO. Para eso sirve utilizar un apoyo audiovisual.
¿Qué debo preparar para la exposición?
Bueno, y ahora ¿qué hacemos para la exposición como tal? Es super importante hacer un guion: es como volverse actores o actrices por un momento. Pueden añadir momentos de reflexión, preguntas retóricas, comentarios graciosos, datos interesantes, lo que sea. Para esto, ensayen en voz alta, y haz una práctica con el espejo. Aquí deben fijarse mucho en controlar la respiración, el tono de tu voz y la gesticulación.
También es recomendable exponer frente a amigos cercanos o familiares. Pídeles que te evalúen para que puedas tener en cuenta sus recomendaciones antes de la exposición real.
¿Qué hacer en el momento de la exposición?
Respira, ora o medita, ríe. Antes de iniciar respira profundamente varias veces, así el nivel de ansiedad disminuirá y percibirás un poco más de “comodidad». También, puedes orar o meditar, ¡es super útil! Además, podrías mirar vídeos chistosos o llamar a tu mejor amigo para que te rías y olvides por un momento el malestar que te produce tener que exponer.
Es importante moverte. Marca el ritmo del discurso con tus manos. No se trata de parecer bailarines, pero tampoco deberíamos vernos como estatuas. La idea es que el movimiento de las manos vaya fluyendo con lo que estamos diciendo. Pasa lo mismo con caminar, es importante que podamos dirigirnos hacia nuestro público con una velocidad lenta. Con esto podemos llamar más la atención de nuestra audiencia, y también nos hace demostrar más confianza con el tema.
Sé muy consciente de tu voz y el discurso como tal. No uses muletillas. Habla firme y claro. Modera la velocidad del discurso. Usa el tono adecuado (esto varía según el espacio). Recuerda que debes tener momentos en los que elevemos un poco la voz para volver a atraer la atención del público. Es importante que el discurso pueda parecerse a una conversación normal, sin perder la formalidad que debe tener. Esto significa que, debe usarse el vocabulario adecuado según la importancia de la presentación; pero en la “forma” es importante que recuerdes que investigaste y conoces sobre el tema: tómatelo como si les estuvieras contando la receta que aprendiste ayer.
Bueno, pero todavía me siento poco preparado…
¿No quieres parecer muy aburrido? Cuenta algún caso relacionado con lo que expones; incluso, si es pertinente, podrías contar una anécdota corta que te permita ejemplificar lo que estás diciendo. También puedes preguntarle al público si van entendiendo hasta ahí, o si alguien tiene alguna pregunta. Puedes aprovechar para descansar la voz y repasar el orden de la exposición.
¿Para dónde miro? Yo no sé quién se inventó lo de imaginarse al público desnudo, y no sé a ustedes, pero a mí eso me causaría mucha más incomodidad; así que no, solo mira al frente. Puedes alternar la mirada entre algunos oyentes y saltarte a mirar a un punto del salón que esté frente tuyo.
Acompaña lo que dices con una sonrisa genuina; incluso si es muy formal. Aunque, no sonrías mucho, porque puede parecer que estamos inseguros.
A lo largo de la exposición puedes invitar a tu público a contarte qué han entendido o a cuestionarlos sobre alguna duda específica. De hecho es recomendable que al final puedas preguntar al público sobre la presentación.
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