¿Cómo se hace un objetivo?
A quién no le pasa que queriendo decir una cosa termina diciendo otra. De igual modo, tratando de desarrollar una idea y haciendo aclaraciones y referencias, explicando un asunto que lleva a otro y a otro después te preguntas ¿para dónde iba? Al final, tu texto termina acomodándose no a lo que querías decir al principio, sino a lo que lo que salió y se debe terminar por defenderlo.
Esqueleto del escrito
Para ello, existen estrategias muy prácticas que permitirán orientar el sentido de la redacción. Primero, hemos de contemplar la denominada Radiografía Textual, en la que planteamos un “esqueleto” del escrito, estructurando sus partes a manera de mapa conceptual, desde la idea general, luego las ideas por párrafo hasta llegar a las ideas por cada oración. La radiografía textual, si está elaborada de la manera adecuada, se convierte en nuestra carta de navegación, pues esta plasma la organización del escrito.
Introducción
Luego, debes elegir entre las muchas maneras para elaborar una introducción, aquella que más convenga al escrito, por ejemplo, puedo escoger entre una pregunta que invite a la reflexión o una frase de sabiduría que ambiente al lector sobre la intención del texto.
contenido y cuerpo
Después, para el contenido y el cuerpo del escrito puedo enlistar los argumentos, eventos, o características que quiero introducir, como en una especie de lluvia de ideas, para dar más fuerza y extensión al documento.
El cierre
Y finalmente, la cereza del pastel es el cierre, el desenlace o la conclusión a manera de clímax donde el lector reafirmará lo descubierto en las líneas anteriores; el objetivo que queríamos alcanzar.
Habiendo utilizado esta estrategia, nuestra escritura será más fluida. El siguiente paso es hilar con palabras el relleno y la textura del contenido, pudiendo matizar con diferentes tonos el paisaje que construimos para el lector. Buscando conectar nuestra intención en un solo arco argumental, concatenando los eslabones de tal manera que se mantenga el interés y el sentido. Para cerciorarnos de ello, existe otra estrategia que garantiza mantener estas condiciones; evidentemente hablamos de la edición.
Editar es hacer una revisión al finalizar nuestra labor creativa, dando una mirada más objetiva y sin los apasionamientos de la creación, para corregir esos detalles que empañan los méritos de la tarea realizada. Entre esos lunares que se deben tener en cuenta resaltan las reiteraciones y redundancias, la transición entre situaciones e ideas, lo que implica el adecuado uso de los conectores; la puntuación y la ortografía. Leer el texto varias veces podrá develar algunas problemáticas que en un solo intento podrían pasar inadvertidas.
Sí a pesar del uso de este tipo de herramientas persisten las dificultades para elaborar documentos adecuadamente, es recomendable tomar cursos especializados, enfocados en redacción y escritura. La gama de habilidades que se brindan en ellos, subsana las necesidades específicas que dificultan el escribir para quienes asumen que es una batalla perdida. En IPLER contamos con el conocimiento y la experiencia para que logres superar todas las dificultades en el lenguaje.
