“La marca más importante que voy a dejar en este mundo es mi hijo”.
Sarah Shahi.
¿Como saber si mi hijo tiene problemas de aprendizaje? Estrategias para ayudarlo
Una de las preocupaciones más grandes del ser humano es cómo actuar cuando nuestros seres queridos tienen que enfrentar alguna dificultad. Esto se intensifica cuando nos referimos específicamente a la relación padre/madre-hijo, ya que el vínculo es mucho más fuerte.
Para iniciar, cabe mencionar que existen diferentes dificultades en el aprendizaje. Algunas con predominio de componentes biológicos (la dislexia, disgrafia y discalculia, los déficits en memoria, las discapacidades auditiva o visual, el trastorno del espectro de autismo, entre otros); otras con predominio de componentes comportamentales (el déficit de atención con hiperactividad, los trastornos negativista desafiante y disocial); y otras, con predominio a nivel social (p. ej. ansiedad social).
Ante estas, debe tener en cuenta que siempre hay posibilidades de progreso, mediante la atención temprana se puede ayudar a los niños y niñas a mejorar sus capacidades, teniendo en cuenta que están en una fase del desarrollo (sobre todo, neuronal) que se ha de aprovechar al máximo (Millá, 2006). Es por esto que el acompañamiento de un equipo multidisciplinario capacitado en las técnicas y recursos de intervención es tan importante para atender a las necesidades específicas del menor y de ustedes como padres.
Sin embargo, no todas las dificultades tienen un manejo tan específico, hay algunas que tal vez sean más comunes para ustedes; de hecho seguramente son las que le preocupan en este momento: “mi hijo no se concentra”, “se le olvidan las cosas”, “no entiende”, “no hace caso, es como si no me escuchara”, “todo le da pena”… Con respecto a estas, hay cierta información que esperamos les sea de ayuda.
“mi hijo no se concentra”
Lo primero que debemos saber en cuanto a esta temática, es que es normal que los niños se distraigan con facilidad. Ellos son mucho más perceptivos a estímulos tanto internos (emociones, pensamientos o sensaciones fisiológicas) como externos (sonidos, imágenes, personas, etc.). Ciertos teóricos plantean que, en lo que respecta al desarrollo, para poder concentrarnos es necesario que nuestro cerebro haya alcanzado un nivel de maduración adecuada. A lo largo de nuestra infancia el encéfalo sigue creciendo y desarrollándose lo que permite la adquisición y el establecimiento de diferentes capacidades cognitivas.
Por ende, el tiempo que un niño es capaz de focalizar la atención en algo va a ir variando y creciendo según se vaya desarrollando su cerebro. Caraballo, (s.f), plantea que la capacidad de concentración tiende a aumentar entre tres y cinco minutos por año de edad hasta su estabilización en la edad adulta. Se estima que en el primer año logran concentrarse entre dos y cinco minutos, de ahí en adelante puede realizar la operación del tiempo estimado para esta actividad.
¿Qué hacer?
Si evidencia que, a pesar de la edad, el tiempo de atención es muy bajo, puede establecer tiempos para las diversas actividades; es decir que, si dedica 50 minutos a actividades académicas también es importante asignar por lo menos 10 minutos de descanso. Para llegar a esto, puede empezar a trabajar desde lo mínimo que logre concentrarse e irlo subiendo semanalmente para llegar a lo propuesto anteriormente (por cierto, aunque usted sea adulto, también es importante que lo haga).
Otra recomendación es controlar las condiciones del ambiente físico de su hijo/a, quitando la mayor cantidad de distractores del espacio de estudio. También, revisar si su hijo/a tiende a tener mucha energía, oriéntelo/a a que realice primero las actividades académicas y después las actividades placenteras, de esta manera mantendrá la motivación alta para que termine la actividad; y a mayor motivación, mayor concentración.
“se le olvidan las cosas”
Algo muy común es confundir los problemas de memoria con dificultades de atención; para descartar esto, lo primero que debe hacer es comprobar que su hijo haya atendido a su instrucción: pregúntele qué es lo que tiene que hacer, así garantiza, no solo que sepa cómo hacerlo sino que entrena su capacidad de memorizar instrucciones. Igual de importante es que realicen ejercicios de memorización en forma de juego. No solo le ayudará a él, sino a usted. Sin contar que es una buena manera de compartir tiempo de calidad con su hijo. Haz clic en este enlace: Cómo educar a mis hijos.
“no entiende”
Es importante, como mencionamos anteriormente, que usted compruebe que el niño o la niña entendió la instrucción de lo que debería hacer; que haya oído la instrucción no garantiza que sepa qué hacer. Además de esto, si identifica que no está entendiendo el contenido de una lectura, vídeo o imagen es importante preguntarle sobre el mismo; no deje pasar cualquier oportunidad para aumentar la capacidad de análisis de información que su hijo pueda adquirir (obviamente, a partir de los conocimientos que ya ha ido adquiriendo).
“todo le da pena”
La “pena” muchas veces está asociada con la emoción de miedo, la cual debemos entender en nuestros hijos como una respuesta natural ante los demandas del ambiente. Es importante que entendamos que cualquier emoción que tengan ellos es perfectamente válida, es decir, ninguno puede controlar su experiencia emocional (neurofisológicamente hablando); claramente eso no justifica que al sentirse de determinada manera ellos se comporten inadecuadamente.
Sin embargo, como padres muchas veces tendemos a cuidar a nuestros hijos tanto que nos “pasamos”; gran parte de las veces les quitamos responsabilidades y terminamos haciendo cosas que ellos ya podrían desarrollar. Así que lo aconsejable es que los animemos a realizar ciertas actividades, aunque ellos refieran sentirse apenados o temerosos a la hora de hacerlo; para lograrlo se espera que usted realice la actividad con ellos o les muestre cuál sería la manera más adecuada de realizarla. ¡Esto afianzará su relación!
¡No pierda un solo minuto para fortalecer virtudes en su hijo! No se limite a sobrevivir su relación con su hijo, viva la aventura de ser padre. Haz clic en este enlace: Cómo saber si mi hijo necesita un refuerzo escolar.
Referencias:
Caraballo, A. (s.f.). El tiempo de concentración de los niños según su edad. Recuperado de: https://www.guiainfantil.com/blog/educacion/aprendizaje/el-tiempo-de-concentracion-de-los-ninos-segun-su-edad/
Millá, M. (2006). Atención temprana de las dificultades del aprendizaje. Revista de Neurología, 2, 153-156.